Revolución

8 febrero, 2022
Abuela Társila

La abuela Társila la lió parda hace unos meses. Quería mandarle a su nieta algún dinerillo. La muchacha anda de ERASMUS en Helsinki y la beca apenas le da para pagar el piso. No es que la pensión de la abuela sea gran cosa, pero tiene unos ahorrillos guardados para “los malos tiempos”. La pobre anciana deambuló de sucursal en sucursal con su cartilla en la mano sin dejar de recibir la misma consigna:

 —Utilice el cajero o bien la App del banco desde su teléfono móvil —le dice una voz anodina tras una mampara de cristal.

Después de una semana dando tumbos, decidió madrugar y presentarse en el banco con la garrota de nogal que le había dejado su difunto esposo. Ella, que había sobrevivido al hambre de la postguerra y criado a siete hijos, perdió la compostura.  No dejó títere con cabeza. Según el juez, causó daños estimados en quince mil euros, entre ordenadores, mobiliario de oficina y ventanales. Como la abuela Társila es muy mayor para ir a la cárcel, su condena fue prestar servicios sociales en el reformatorio juvenil del barrio.

Se juntó el hambre con las ganas de comer porque allí conoció a Pelo Pincho, el líder de los residentes, y se hicieron inseparables. A lo largo de las últimas semanas, los monitores del centro han informado al juez sobre las bondades de esta relación intergeneracional. El joven ha retomado los estudios y se está reinsertando gracias al cariño de la dulce viejecita. Nadie sospecha de los verdaderos planes de esta pareja de revolucionarios. Les separan 62 años, pero tienen un objetivo común. Mientras Pelo Pincho organiza a su cuadrilla de especialistas en jaquear cuentas ajenas, la abuela Társila recorre -a paso de alpargata- todas las organizaciones de jubilados de la ciudad.  

            En el momento que esto escribo ha comenzado la revolución. Los ancianos se han atrincherado en todas y cada una de las sucursales bancarias. No falta nadie: las peñas de petanca, los coros parroquiales, los amigos del Mus… Y hasta la Asociación de Amigos del Pasodoble. Vienen en son de paz, con música y algarabía, y además traen comida para aguantar varios días de rebelión. Al mismo tiempo que ocurre el asedio, Pelo Pincho y sus secuaces han conseguido transferir el dinero de los bancos a un FdR (Fondo de Resistencia).

A las 11 de la mañana, la portavoz se retoca el moño y lanza un mensaje claro y contundente por la televisión:  

—Les habla Társila. ¡Vuestro dinero por nuestra dignidad! Ese es el trato. De aquí no nos vamos hasta que el gobernador del Banco de España nos asegure por escrito que seremos atendidos en persona, con educación y mirándonos a los ojos.

            … A estas alturas del día aún no sabemos si los grandes poderes económicos y políticos aguantarán la situación. 

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6 Comments

  • Reply Pedro Javier Conesa Dávila 17 febrero, 2022 at 8:52 pm

    Poco les hacen para lo mucho que se merecen… ¡Bravo por la abuela Társila y sus compadres!
    Gracias, Rosa, por alegrarnos el fin de semana. Un fuerte abrazo.

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 18 febrero, 2022 at 3:47 pm

      Una generación que levantó este país y nos lo dio todo, y les tratamos así… Por muchas abuelas Társilas, querido Pedro

  • Reply Coco Vida 18 febrero, 2022 at 9:08 am

    Abuela Tarsila, un ejemplo a seguir a pie de alpargata!
    Magnífico u oportuno

  • Reply Antonio Rafal Parrilla Muñoz 18 febrero, 2022 at 8:25 pm

    Querida Rosa: bien por la abuela Társila, bien por darles su merecido, muy poco para lo que deberían de recibir, a esas entidades , nunca tan anónimas como hoy, entidades carentes de moral, carentes del más mínimo sentimiento de humanidad hacia nuestros mayores. Recuerdo las palabras de un jefecillo, cercano al consejo de administración de una de estas entidades , actualmente entidades del horror, de hace treinta años que, dijo y cito textualmente «a los bancos dentro de unos años no los va a conocer ni la madre que los parió». Cuanta razón tenían sus palabras…, pero lo malo es que se ha generalizado este actuar y en forma de epidemia o virus, se ha extendido a los demás entes. La multitud de entidades bancaras y de ahorro han desaparecido mediante las fusiones y absorciones; creando unos pocos monstruos sin corazón. Han jubilado a cientos de miles de criaturas(primera masacre); han quebrado multitud de ellas recibiendo ayudas por cifras astronómicas(segunda masacre). y ya en el esperpento actual; ha reducido aún más los empleados y puesto a trabajar en su lugar a las frías máquinas y a los clientes, estos últimos gratis y si pagarles un euro. Una solución podría ser la de obligar a los gigantes bancarios actuales a instalar en las propias oficinas pequeñas aulas de aprendizaje para los mayores e impartirles cursos de informática gratis.

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 19 febrero, 2022 at 9:12 am

      Querido Antonio:
      Cursos de informática gratis no. La garrota de la abuela Társila. Muy buena síntesis has hecho. El ser humano reducido a escoria, y encima les damos nuestro dinero. ¡¡¡La revolución de Társila ya!!! Un abrazo.

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