Hay amores que ladran
Nuestra convivencia familiar con los perros daría para una novela berlanguiana. Bajo nuestro cuidado hemos tenido multitud de chuchos de las más diversas formas contractuales: adoptado, acogido, prestado, prohijado, amparado, compartido… Hasta en una ocasión nos ofrecimos a trasladar en avión al perro del amigo de un amigo. El muy canijo tenía los mismos ojos saltones de ET y el vivo nervio de Jackie Chan. No quiero referir lo que ocurrió en ese viaje, solo diré que se organizó un motín a bordo para que nos echaran del avión.
Una de las aventuras más divertidas fue cuando intercambiamos la casa hace tres veranos con una familia irlandesa. En el trato estaba quedarnos con su perro. A la puerta de la casa amarilla nos esperaba Zeno, correteando feliz sobre la verde hierba de la colina. Zeno era un bellísimo labrador que había sido educado para ser libre. Durante nuestras incursiones al pueblo, el perro trotaba a nuestra vera al alegre paso de una tonadilla celta, sin gaitas ni ataduras. De igual manera que el caballo del casamentero en la película El hombre tranquilo, Zeno se paraba siempre en la puerta del pub. Fue así como descubrimos el lugar más frecuentado por nuestros anfitriones. Todos los parroquianos saludaban al labrador por su nombre y empezamos a ser conocidos en Clonalkity como The Zeno´s Spanish family. Ahora bien, lo que más le gustaba a nuestro perro irlandés era corretear por la playa y jugar con las olas. Lo cual tiene mucho mérito porque el Calentamiento Global no ha llegado aún al condado de Cork.
Nuestra última compañera de tribulaciones es Tami, una perrita faldera salida de un cuento de Dickens. Fue el animal de compañía de un hombre de la calle que dormía las borracheras en los soportales del barrio del Realejo. Tami se crió entre el amor del mendigo y la generosidad de los vecinos, que le traían chuches y comida a la puerta del supermercado. Ahora se ha convertido en mi sombra y nos profesamos un amor incondicional. Hace algunos meses se perdió durante un paseo por la Dehesa del Generalife. Dos días y dos noches sin ella; un fin de semana con las redes encendidas. A pesar de que mis hijos coordinaron un despliegue de colegas-rastreadores que ya quisiera la sanidad pública, no hallamos señal alguna de Tami. Apareció solita el lunes de madrugada en el portal de nuestra casa, con la mirada perdida y el corazón encendido.
Tami es paticorta, feúcha y sinvergüenza. Desde que regresó de la Colina Roja no me quita el ojo de encima. Es un ser omnipresente. La muy ladina sabe abrir la puerta del baño con la cabeza y colarse en la intimidad ajena. Sus ojillos melosos me escudriñan tras la mampara de la ducha y atisbo sus orejas puntiagudas mientras me acicalo en el espejo. También espera que regrese del trabajo como un centinela junto a la puerta. Mis hijos dicen que la tengo muy consentida. Y es verdad. A diferencia de ellos, Tami monta una fiesta flamenca cada vez que me ve aparecer. Confieso que algunas noches le hago a escondidas una tortilla francesa o un filete de pollo empanado. A estas alturas tengo la voluntad llena de lametones.
Jara, Jas, Pekín, Pol, Chinchán, Tina y ahora Tami han contribuido notablemente a nuestra educación y nos han hecho mejores. La amistad es una magnífica palabra que tiene siete letras y cuatro patas.
Fotografía: ©Mario Giacomelli
11 Comments
Querida Rosa: Fluida, amena y magníficamente presentada tu entrada de despedida veraniega. Yo fui copartícipe de la odisea de Tami. Dado que soy un enamorado dr los cánidos, puedo añadir una opinión cercana a la realidad, respecto a estos seres de cuatro patas y ojos, casi todos, como los de ETE. Nuestra debilidad y su fuerza reside en esos ojos que siempre te miran directamente …, estas perdido irremediablemente si cometes la tentación de mantener su mirada; ! quedas atrapado.! .
Feliz verano.
Sí, tú compartiste las aventuras de Tami perdida por la Alhambra y cómo llegó sola hasta casa. Y sí, los perros hablan con la mirada, lo dicen todo. Feliz verano, amigo y cuídate mucho.
¡Cómo me identifico con tus palabras! Salvo que no tengo un perro de intercambio en mi historia particular, en el resto hay coincidencias notables. Máxime cuando hay perros en mis recuerdos desde donde alcanza mi memoria… y son muchos, te lo aseguro. Faruk, Zori, Atila, Eva, Tina, Chispa, Kali, COU, Tinker, Duna, Milka. Y me dejo unos cuantos, cuyo paso fue breve y no dejó tanta huella. Pero todos ellos con un denominador común: dieron tanto amor como recibieron, y más aún. Daría para mucho más, pero eso es otra historia.
Felices vacaciones, esperemos que buen verano (cada vez con menos bicho) y, si los hados son propicios, hasta septiembre.
Un abrazo muy fuerte.
Felices vacaciones Pedro, y a descansar, que nos lo merecemos. Yo ya he pasado el maldito bicho y confío poder disfrutar del verano con la misma libertad que Zeno. Un fuerte abrazo.
También me identifico con este bonito relato pues he tenido varios perros : Tula , sin raza, pura promiscuidad que tenia a todo el barrio perruno alborotado, Corly , caniche grande , que se comió entera la merienda ( sándwiches de jamón) de la 1 comunión de mi hermano, con el “ no me creo lo que veo” de mi horrorizada madre , Saora, una aristócratica afgano negro , que desapareció jugando en el Retiro de Madrid , dicen que para procrear, y Wuichi, una acrobática bailarina terrier escocés que emulaba a las antiguas caravanas de gitanos que recorrían los pueblos haciendo piruetas y danzas orientales,con asombro del personal infantil. Ya no tengo mas perros y los añoro pues llenan de paz y amistad nuestras vidas . Gracias Rosa por traernos estos recuerdos.
Cómo me ha gustado lo de la Primera Comunión y la merienda de Corly, así como las acrobacias de Wuichi. Tienes que escribir estas historias, Luis. Son tremendamente literarias. Un abrazo y feliz verano.
Querida Rosa:
Siempre tan atinada. Como has averiguado lo que me pasa con Frida (mi hija mayor siempre nombra a sus mascotas con nombres de personajes sobresalientes). Bueno pues la muy Kahlo le hizo honor a su nombre y no solo al de perra.
Se ha escapado con algunos galanes del barrio y pues nada, ahora vivimos la inundación perruna!!! Ese perrerio defecando a diestra y siniestra. Oh querida Rosa mi tranquilidad de espíritu está en serio peligro. Además de todo con este condenado COVID que no me deja viajar a España a tomarme un vino contigo!!!
Querido Javier. En ese enjambre perruno, sí, has de venir a España cuanto antes y visitarme en esta bella ciudad. Frida Kahlo debe ser muy prolífica. Un fuerte abrazo desde el otro lado del charco.
Maravilloso relato de las emocionantes relaciones con tus amigos caninos. Enhorabuena. La única relación que yo he tenido, fue con Charly el pequeño perro de mis padres y mi hermano menor, pero que me tenía devoción. Cada trimestre cuando volvía a casa desde la Universidad y entraba por la puerta con la maleta, se volvía loco hasta el punto de, literalmente, mearse sin control. Teníamos una relación muy especial.
Al hilo de tu recuerdo de la película, confieso mi devoción por Ford y especialmente por ésta. Después de El Padrino y Blade Runner, que habré visto varias decenas de veces, The Quiet Man está entre las más vistas. Mis hijos me decían: otra vez papi? Y mis nietos me dicen: otra vez abuelo? La pelirroja Danaher, genial carácter típico de Ford. Superior en varios grados al bruto boxeador americano. Y feminista de primera ola. Esta película, con Las uvas de la ira y Qué verde era mi valle! ponen, para mi, a este cineasta en la cumbre del cine. Y algunos lo llaman fascista.
Que tengas un feliz descanso veraniego, amiga. Y, de nuevo, enhorabuena por el buen rato que pasamos con tus relatos. Un abrazo.
Gracias Pepe. Sí, también es una de mis películas favoritas. John Wayne hace un papel magistral y la pelirroja Mauren O´Hara despertó a muchas mujeres del largo letargo de la sumisión. Feliz verano, querido Pepe y disfruta de tus nietos con el mar malagueño.
Rosa, gracias otra vez por tu regalo. Laia y yo hemos leído juntos tu relato «La vida a lametones», ella sentada en el posabrazos de la butaca y yo a su lado bien acomodado, ejerciendo de abuelo, disfrutando del momento, y porque no decirlo, sintiendo un cosquilleo en la barriga mientras acababa la historia de Tami. ¡Me ha gustado mucho! ha exclamado.