Mini relato de la semana

Macondo

17 febrero, 2020
Macondo

Los niños de la clase de cinco años adoran a su seño Remedios. Si luce el sol, les organiza juegos en el patio, carreras a la pata coja, cuidan el pequeño jardín de aromáticas y aprovechan para inventar historias bajo el algarrobo. Los días de frío y lluvia, representan obras de teatro en el aula y confeccionan disfraces de animales salvajes, piratas cojos y princesas valientes. Los niños saben más de treinta canciones de pe a pa y recitan los versos de Gloria Fuertes a ritmo de sainete.  

Después de comer están cansados, así que la maestra les arrulla con una voz tan dulce y melodiosa que caen rendidos sobre las hamacas. Les lee Cien años de Soledad, una y otra vez, para que sueñen con Arcadios, Aurelianos, Úrsulas, colas de puerco y los ingeniosos inventos de Melquíades. Es el momento de serenar el alma, con el revoloteo de fondo de las mariposas amarillas.

El WhatsApp de las madres y padres se ha puesto en marcha:

—Los del otro curso saben contar hasta cien en inglés.

—Y hacen sumas de dos cifras.

—A mi hijo le obliga a disfrazarse de princesa.

—Pierden el tiempo jugando en el patio.

—Hay que hablar con el director.

Lo que no comentan los mayores es que los niños tienen unos colores que da gusto verlos, que cada mañana tienen más prisa por llegar al colegio y que manejan un vocabulario tan rico que son capaces de expresar con precisión lo que sienten y lo que piensan. Saben el significado de palabras como azogote, marmita, golilla y hedentina, y han sido testigos de la floración del tomillo, el romero y la mejorana.

            Después de Semana Santa, la seño Remedios no ha regresado. En su lugar ha venido un palo estirado que les pone muchos deberes y no sabe cantar. Ya no duermen ni salen al patio, y los disfraces han desaparecido del aula junto a las marionetas de cinco dedos. A cambio saben escribir pencil, house and teacher; suman llevándose una y cuentan hasta one hundred and fifty. Los padres se felicitan efusivamente por el grupo.

Hay un precioso lugar llamado Macondo donde los sueños y la realidad se confunden. Es un jardín que solo se puede regar en la infancia, en el tiempo que los tallos son tiernos y el agua clara. En este vergel ya nadie escucha el aleteo de las mariposas amarillas porque la maldita estirpe de adultos ha condenado a los niños a cien años de soledad.

Fotografía: @Cartier Bresson

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12 Comments

  • Reply Antonio 18 febrero, 2020 at 5:52 pm

    Macondo o el sueño de una noche de verano, jardín donde se cultiva el amor.
    Felicidades, Rosa.

    • Reply Rosa María Mateos 19 febrero, 2020 at 9:16 am

      Abrígales la infancia, y no pasarán frío el resto de su vida.

  • Reply Coco Vida 18 febrero, 2020 at 10:16 pm

    Me parece precioso, el cuento, la seño y tú, la mayoria de lospadres de los niños de cinco años y de diez de quince, no tienen ni idea, no saben que Aureliano Buendía, una mañana ante el pelotón de fusilamiento… Pudo recordar más de cien años de fantasía.

    • Reply Rosa María Mateos 19 febrero, 2020 at 9:14 am

      Maravillosa respuesta, Coco.
      Me temo que no, y los niños tampoco recuerdan aquella tarde remota en que su padre los llevó a conocer el hielo…..
      Gracias

  • Reply Pedro Javier Conesa 22 febrero, 2020 at 8:03 pm

    Leyendo el relato (¡cuántas cosas y cuántas ideas se pueden expresar con tan pocas palabras!) me viene a la cabeza un tuit de los que reproducen todos los días en el 20 minutos. Dice así, más o menos: «He escrito en el WhatsApp de los padres del cole que me han dicho que hay un niño con coronavirus en el otro grupo. Ahora, a sentarme y a disfrutar de la cervecita…»
    Ciertamente, echo mucho de menos mis tiempos de estudiante (niño), cuando mis padres, si querían enterarse de algo, tenían que ir al colegio y hablar con el profesor el director, no estaban en los cotilleos. Bueno, tampoco es que me llevaran y trajeran, yo iba y venía solo, así que no había mucha opción para charlas ociosas y malintencionadas. Y, por descontado, el profesor era una autoridad, no se le discutía ni el color de los calcetines.
    Así que creo que se necesita al menos un padre (o madre) que guste de desmontar tonterías y beber cervecita en cada grupo de WA de «papás-mamás gallina».
    Por cierto, que no se me olvide decirlo: excelente relato. Nos estás malacostumbrando…
    Un abrazo

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 23 febrero, 2020 at 7:10 pm

      Muy bueno lo de los papás y las mamás gallina. Define exactamente lo que está ocurriendo. Los grupos de padres y madres por WhattsApp deberían estar prohibidos por ley, es un arma de los cobardes usada, en muchas ocasiones, contra la integridad de los docentes. Gracias Pedro. Me estás acostumbrando a unas respuestas excelentes. Un abrazo.

  • Reply Juana Amaya sanchez 23 febrero, 2020 at 5:54 pm

    Que lástima que haya tantos padres con los valores equivocados y además tan bien difundidos….que cuando quieran saber algo no se vayan a las fuentes y que encima se les dé el poder de que sus equivocaciones tengan consecuencias. Que bonito sería si alguno amablemente se hubiera acercado a la seño ….tal y como la describes seguro que hubieran acabado durmiendo la siesta bajo el algarrobo con ella…..

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 23 febrero, 2020 at 7:07 pm

      Pues sí. Los grupos de Whattsap envuelven a los cobardes en el anonimato y prenden mechas que se retroalimentan. Malos tiempos para los docentes. La Inquisición digital está en marcha y la gente ya se ha acostumbrado a no dar la cara.
      Y sí, qué buena siesta bajo el algarrobo con el arrullo de la seño. Gracias, Juani.

  • Reply Francisco Pelegrina López 24 febrero, 2020 at 6:13 pm

    … la seño Remedios no ha regresado… ¡Extraordinario!

    ¡Muchas gracias Rosa María!

    • Reply Rosa 24 febrero, 2020 at 9:27 pm

      A ti, Francisco. Un abrazo.

  • Reply pep 26 febrero, 2020 at 12:53 pm

    He compartido el relato con mis hijos y nuera, les ha encantado, lo han compartido con el grupo de wattsaps de padres, Ja ja. Mis nietos de cinco años y 9 años son los beneficiados

  • Reply Rosa María Mateos Ruiz 26 febrero, 2020 at 1:39 pm

    ¡Cómo me gusta esa iniciativa, Pep! Directo al epicentro. GRACIAS. Veo a tus nietos saltando marjadas por Banyalbufar y pescando calamares con el abuelo, libres y sanos. Hay que garantizarles una infancia de verdad. Magnífico. Un gran abrazo.

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