Curiosidades de ciencia

La cebra, el cocodrilo y la pantera

13 octubre, 2020
La cebra de la Loren

Mi amiga Laureana (alias la Loren) lleva un par de meses en Laponia estudiando el Calentamiento Global, y eso que la muchacha es de un pueblo de Sevilla, que saben un rato del tema. Me ha enviado la foto de una cebra merodeando por el bosque de su casa, donde ya han caído las primeras nieves del otoño. La Loren siempre ha sido muy envidiosilla y seguro que ha leído lo de la pantera de Granada y el cocodrilo del Pisuerga. Laponia no iba a ser menos…

El mundo se ha vuelto loco. Puede ser el Coronavirus, el Calentamiento, los Ciclos solares, Trump, el Punto G o el 5G, pero hay una realidad innegable: los animales han decidido aparecerse como la Niña de la Curva. Los expertos lo llevan advirtiendo hace mucho tiempo: nos estamos cargando los ecosistemas y vamos de cabeza hacia la Sexta Extinción. Normal que los animales se tomen la revancha ahora que nos ven agazapados.

Esto no ha hecho más que empezar. Mientras los humanos andamos arrodillados ante un ser microscópico con un ARN diabólico, cumpliendo los delirantes dictámines de nuestros líderes, ellos –mamíferos, reptiles y otros bichos terrenales- han visto el campo abierto. ¡Ancha es Castilla! Gritan al unísono. Afortunadamente, al no tener derechos tampoco tienen obligaciones y, por primera vez a escala mundial, nosotros estamos más jodidos que ellos. ¿Qué tal se vive enjaulado y con bozal? Preguntan ahora nuestros hermanos cuadrúpedos.

Jamás un mundo tan globalizado había tenido tantos territorios. Con el virus se ha cumplido un objetivo muy esperado: democratizar la ignorancia, que ya es tan válida como el conocimiento. Entre mercachifles, salvapatrias, opinadores, traficantes e iluminados, ya no cabe un listillo más en el Arca de Noé. Con estas apariciones «marianas», la Naturaleza envía emisarios para comprobar que seguimos bajo su yugo. Se venga así de una especie depredadora y adicta a la salvación.

Envidio a esa cebra loca de la Loren que salta meridianos y paralelos sin obedecer a razón alguna. Quizás solo quiera conocer el Polo Norte y dejarse mecer en la banquisa al vaivén de las olas. Mi amiga dice que la escucha aullar por las noches, con un llanto seco de sabana africana. Mucho me temo que sea una mutación cebril.

 Al cierre de esta reflexión, la pantera de Granada y el cocodrilo del Pisuerga han iniciado una historia de amor. Se les ha visto por los olivares comiéndose (literalmente) a besos. Como esto siga así, me tiro al monte a ver si encuentro uno de esos leones de cabellera suelta y me reconcilio con la Naturaleza.

La libertad es no tener miedo, que decía Nina Simone.

Fotografía: ©Robert Jans

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15 Comments

  • Reply Pedro Javier Conesa Dávila 15 octubre, 2020 at 7:17 pm

    En el centro de la diana,con una clarividencia envidiable. Me río con la cebra, ya que no puedo acompañarla.
    Magnífica reflexión, eso que ya no se estila, ahora que todo tiene que ir a matacaballo.
    El cocodrilo y la pantera, mejor que no se descuiden, que el alcalde de guardia va y los confina… Al tiempo.
    Felicidades por un soplo fresco, que nos viene muy bien.

    • Reply Rosa 15 octubre, 2020 at 8:20 pm

      Gracias, Pedro. Me preocupa esa relación entre el cocodrilo y la pantera. Como bien dices, no les van a dejar. Hasta el amor se está regulando….. De aquí, a la extinción de cabeza. Un abrazo.

  • Reply Antonio R. Parrilla Muñoz 15 octubre, 2020 at 7:43 pm

    Querida Rosa: algo esta sucediendo en mi limitada cabeza y mi capacidad de comprensión, o en tu magnifica forma de escribir, posiblemente esto sea lo más seguro; la cuestión es que cada día me agradan más y más tus escritos, ya sean reducidos o largos. Eres una bendición para estos dias, meses, (espero que no años), de hastío , coronavirus y sucedáneos. Con que gusto y placer recibimos tus escritos liberadores y creadores de risas y buen humor, cargados de las consiguientes reflexiones. Gracias hija, te ha quedao de sobresaliente para arriba. Eres un sol primaveral. Un abrazo.

    • Reply Rosa 15 octubre, 2020 at 8:24 pm

      Me encanta tu soltura, Antonio. Eres tan, tan generoso. Es magnífico poder echar unas risas con vosotros y despertar el sentido crítico con el humor. Me gusta eso de ser un sol primaveral, ese sol tan esperado después del invierno, y confío no llegar a ser tan cansino como el veraniego. Un abrazo, Maestro.

  • Reply Antonio R. Parrilla Muñoz 15 octubre, 2020 at 11:29 pm

    Ufff ¡¡ eso de -maestro-…, «ma calao». Lo dicho sol de primavera y canción de mayo; es lo tuyo . Otro abrazo.

  • Reply PEDRO SÁNCHEZ GÓMEZ 16 octubre, 2020 at 10:05 am

    Dos palabras, como diríael intelesctual de Jesulín:»im precionante»

    • Reply Rosa 16 octubre, 2020 at 9:24 pm

      Ja, ja,ja. Entre el Jesulín y Belén Esteban hemos llegado al tope de la intelectualidad. Gracias Pedro.

  • Reply Sacramento López Martínez 16 octubre, 2020 at 12:21 pm

    Estimada Rosa, cada relato es un microcosmos de tu manera de ver y entender el mundo.
    Yo los dsfruto y me dejo llevar por la historia, por sus personajes…incluso veo factible que haya una cebra en Laponia. Se le va muy bien en la nieve, espero que en ese frío lugar no lleguen los depredadores.
    Quizás ha huído de su rutina, o de los calores de su hábitat. Quizás de un amor contrario a la naturaleza como el de la pantera y el cocodrilo.
    ¡Qué grande eres y cuantas cosas importantes dices en tus relatos!

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 17 octubre, 2020 at 1:57 pm

      Me alegra tanto haberte encontrado en mi camino, Sacramento. Eres tan auténtica. Tenerte ahí, al otro lado del texto, y saber que entiendes a la perfección mi manera de pensar, ¡¡¡es un lujazo!!! Gracias, amiga.

  • Reply Pilar Ramos Pleguezuelos 16 octubre, 2020 at 6:31 pm

    Celebremos ese comerse a besos literal hasta que les quede aliento a los dos. De tanto esconderse deben estar exhaustos. Lo que no me quiero perder literariamente es ese león con melena que tanto promete. Magnífica alegoría de valentia.

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 17 octubre, 2020 at 2:01 pm

      Querida Pilar: estoy contigo que hay que celebrar el amor en todas sus formas. Veo posible ese romance entre la pantera y el cocodrilo, pero me consta que no se les va a dejar en paz. Lo del león de melena suelta…..Dará para una futura entrada, si el león se presta a ello. Un abrazo.

  • Reply La cuña 16 octubre, 2020 at 7:26 pm

    Jajaja! Enjaulados y con bozal!!!! Muy gracioso y muy certero. El planeta de los simios está por llegar . Un beso virtual

    • Reply Rosa 16 octubre, 2020 at 9:25 pm

      Lo mismo nos lleva por delante la Sexta Extinción y acabamos siendo el cazador cazado…

  • Reply HOMO SAPIENS "CANIJUDIENSIS" 17 octubre, 2020 at 9:02 pm

    Estimada Rosa María, tiene usted razón en aquello de que este ser microscópico que nos atribula la existencia ha conseguido democratizar la ignorancia y la sinrazón entre los humanos y mientras tanto los animales han aprovechado la coyuntura para campar a sus anchas.

    Tanto es así que hasta la cebra protagonista de esta entrada ha perdido el norte –bueno, en su caso lo ha encontrado- y en las largas y gélidas noches esteparias en vez de bramar o relinchar, que sería lo suyo, se dedica a aullar sus penas o soledades, quizás añorando una hermosa historia de amor como la relatada del cocodrilo y la pantera. Ya solo le faltaría, para culminar el sumun del desconcierto planetario, que en las noches de luna llena se convirtiera, no en lobo si no… al budismo!

    Estic amb vostè en què ens dirigim a la Sisena Extinció i que amb el febril consumisme que ens caracteritza els humans estem comprant tots els números per assegurar-nos que ens toca el premi gros.

    Según Spinoza, cualquier cosa que sea contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda.

    Gracias por sus amenos relatos.

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 18 octubre, 2020 at 10:33 am

      Me gusta mucho esa frase de Spinoza, es una síntesis magnífica de lo que está ocurriendo. Ir contra Natura es estar condenados al fracaso. Gracias, Señor Canijudiensis.

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