El Jarama
«Sus primeras fuentes se encuentran en el gneis de la vertiente Sur de Somosierra, entre el Cerro de la Cebollera y el de Excomunión. Corre tocando la Provincia de Madrid, por La Hiruela y por los molinos de Montejo de la Sierra y de Prádena del Rincón. Entra luego en Guadalajara, atravesando pizarras silurianas, hasta el Convento que fue de Bonaval. Penetra por grandes estrechuras en la faja caliza del cretáceo —prolongación de la del Pontón de la Oliva, que se dirige por Tamajón a Congostrina hacia Sigüenza. Desde su unión con el Lozoya sirve de límite a las dos provincias. Se interna en la de Madrid, pocos kilómetros arriba del Espartal, ya en la faja de arenas diluviales del tiempo cuaternario, y sus aguas divagan por un cauce indeciso, sin dejar provecho a la agricultura. En Talamanca, tan sólo, se pudo hacer con ellas una acequia muy corta, para dar movimiento a un molino de dos piedras. Tiene un puente en el mismo Talamanca, hoy ya inútil, porque el río lo rehusó hace largos años y se abrió otro camino».
Rafael Sánchez Ferlosio inicia su obra El Jarama con este texto entrecomillado, ya que el autor verdadero es Casiano de Prado, Ingeniero de Minas y geólogo del siglo XIX. El autor humaniza al río como un ser voluble y travieso que decide abrirse camino por grandes estrechuras para librarse finalmente de un puente cansino, que tuvo antaño sus mejores tiempos. El río va marcando el territorio y el lector fluye también con la narración. Casiano de Prado se da el lujo de jugar con las palabras en un documento científico y consigue el propósito mágico de la literatura: crear una sensación estética a través de la palabra escrita.
Me pregunto cómo describiría yo misma el río Jarama en la actualidad para un artículo científico. Muy probablemente con toda una serie de fríos tecnicismos y muchos datos cuantificables, sin permitirme la más mínima licencia literaria. De ninguna manera emplearía el término «arenas diluviales», a pesar de su precisión, porque mis colegas de profesión se lo tomarían a chanza. Tampoco me atrevería con las «pizarras silurianas», aunque el término suena y huele a mares de tiempos remotos. Redactaría un texto impersonal con poca gracia y escaso donaire porque -hoy en día- a la gente de ciencias se nos exige tener la mente como una carretilla de adoquines. Si de algo estoy segura es que cualquier revisor-censor actual rechazaría de pleno el artículo de Casiano de Prado por falta de rigor científico. La ignorancia se ha vuelto muy atrevida.
Desde la publicación en 1864 de Descripción Física y Geológica de la Provincia de Madrid de Casiano de Prado, han pasado 154 años y un rosario de leyes educativas. Cada vez se ha dado un paso más para crear ese abismo mortal entre las letras y las ciencias. En las carreras científicas, todo lo que olía a humanidades se ha ido desechando, hasta quedarnos prácticamente en pelotas. Juro que leo muchos textos a diario de índole científica donde el autor separa el sujeto y el predicado con una coma: «las conclusiones de este trabajo, son……»; documentos donde el hilo conductor es una madeja enmarañada que hace el texto ininteligible. Existe el riesgo de comenzar a pensar como los ordenadores, y no a la inversa. En contraposición, alguien que cursara una carrera de ciencias en el siglo XIX tenía que lidiar con tres años de griego y otros tantos de latín. El científico trabajaba afanosamente los escritos, mezclando conocimiento y estilo porque «una palabra bien elegida puede economizar cantidad enorme de pensamiento«, como decía Ramón y Cajal. Esa sutileza que proporciona el manejo del lenguaje escrito marca la diferencia entre el tecnócrata y el científico.
«Un solo instante basta para destruir ilusiones prolongadas». Así describía Darwin en su cuaderno de campo los fenómenos súbitos que acontecen en la Tierra, como los terremotos. Leer el Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo es una inmersión casi infantil a la aventura, un despertar al entusiasmo que produce el conocimiento. Darwin (contemporáneo del geólogo español) transmite pasión y emoción en la obra; cada una de sus páginas es un deleite intelectual. La ciencia bien contada puede producir sensaciones maravillosas.
La divulgación científica no es una tarea fácil. Procesar el conocimiento de un modo que resulte accesible al público requiere un ejercicio previo de maduración y muchísimas horas de trabajo. En la carrera científica se penaliza que te dediques a estas «ligerezas», pero a cambio tienes la satisfacción de encender la chispa del asombro en el lector, el visitante…. El público. No se trata de acumular conocimientos sino de aprender a pensar de otra manera, más libre y más hermosa. Decía Carl Sagan que la belleza de la vida no hace referencia a los átomos que la componen, sino a la forma en que estos átomos se juntan. Igual pasa con las palabras.
Rafael Sánchez Ferlosio estaba hasta las narices que los críticos literarios afirmaran que la mejor parte de El Jarama era su comienzo. Con la sexta edición del libro (diez años después de la primera) Ferlosio decidió incluir una nota aclaratoria: «Es mi deber consignar aquí de una vez para siempre su verdadera procedencia, devolviendo así al extraordinario escritor a quien tan injusta como atolondradamente ha sido usurpada, la que yo también, sin sombra de reticencia o modestia, coincido en considerar la mejor página de prosa de toda la novela».
Fotografía: Santiago Ramón y Cajal en su laboratorio de Valencia (1885). Don Santiago fue elegido miembro de la Real Academia Española por su magnífica producción literaria. Nunca tomó posesión
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16 Comments
Olé por los científicos divulgadores. Nada comparable a pasear por el monte contigo y aprender de geologĺa casi jugando, con risas y chascarrillos o con el Morales contando anecdotas de las plantas que te encuentras por el camino, que tu considerabas «yerbajos»y que se transforman en seres vivos con su propia personalidad, igual que «los pedruscos» se convierten de repente en seres animados.
Gracias por hacernos amar a la Naturaleza y por enseñarlo tambiėn a nuestros hijos por que » no se puede amar lo que no se conoce ni defender lo que no se ama» (frase atribuída a Leonardo da Vinci, otro locati heterodoxo)
Besos a mi cuñå que estarå tan relajá sin sus adolescentes!!!! Te echaremos de menos mañana.
Es que los botánicos tienen miga. Mira que llamar al cardo borriquero «Onopordum acanthium». Son los únicos que siguen con el latín. La verdad es que es un disfrute salir al campo y aprender: de pedruscos, de plantas, de bichos, de lo que sea; no perder nunca la curiosidad de la infancia . La frase de da Vinci es magnífica. Así está el planeta como lo tenemos.
Otro día escribiremos de la adolescencia, que hay faena. Mientras tanto, a disfrutar los minutos y los segundos, como estoy haciendo este fin de semana. Jijiji.
Ya se te echaba de menos amiga Rosa. Que malo es acostumbrarse a lo bueno. Gracias.
Pienso yo que, no están reñidas las Ciencias y las Letras, pues dejando a un lado la pura divulgación científica, para casos especiales de algunas materias, sí que existen otras que pueden conjugarse con una cierta dosis de buena prosa, algo de buen humor y bastante ciencia por supuesto. Esto seria materia par debatir horas y horas. A mi me ha quedado claro no solo su lugar geográfico, sino también su idiosincrasia como río. Me ha gustado mucho su caprichoso discurrir para evitar el puente jajajá; que río mas moscón.
Has encontrado la palabra perfecta para el Jarama: «moscón». Por supuesto que las letras y las ciencias no están reñidas, es lo que defiendo. Otro día hablaremos de las letras sin ciencias, porque las pseudociencias están ganando camino y la gente, incluso con formación, se cree unas cosas……
Gracias por tu fidelidad, un gran abrazo.
Al hilo de esto, hoy, en 20 minutos (supongo que también estará accesible a través de la web)publican un artículo de Joaquín Leguina (santo de mi devoción cuando deja la política de lado) titulado «Mentiras Peligrosas», que te recomiendo a ti y a todos los demás lectores y seguidores, porque da en la diana de la que podría ser tu nueva entrada: las pseudociencias y la gran cantidad de creyentes que hay en ellas. Recomendable, al menos como documentación.
Magnífico artículo. El tema da para varias entradas, entre la homeopatía y las dietas milagro. El negocio son miles de millones de euros y de dólares.
ver aquí: https://www.20minutos.es/opiniones/joaquin-leguina-medicina-alternativa-3342666/
MUCHAS GRACIAS!!!!!
Una vez más, pones el dedo en una de las grandes llagas de nuestra supuesta»sociedad del conocimiento y la inteligencia. Ciencia sin conciencia. Prepotencia «asnalfabeta» autoproclamada científica. Ciencias sin letra, letras sin ciencia. Así nos va…Y todos tan autosatisfechos y autocomplacientes cacareando en nuestros respectivos gallineros. Gracias por recordarnos oportuna y atinadamente verdades y reflexiones tan necesarias.
Ciencias sin letras, letras sin ciencia. En algunas salidas geocamperas, alguien pone además música con la voz, lo que hace la jornada mucho más atractiva. Eliminar esa carretilla de adoquines cuesta, pero cuando lo haces, se vuelve uno más disfrutón y feliz. Estamos en la civilización del cacareo, como muestra: mira la canción que ha ganado en Eurovisión…..
Gracias siempre.
Gracias Rosa por tratar este tema ya relegado al desván de los tiempos pasados, ¿Se podrá recuperar , al menos un poquito.? Me temo que es no , y a lo peor, la pisonadora que nos llega allen de los mares , este fabricando un nuevo sujeto que sigue patrones bien programados hacia un lenguaje de muy pocas palabras , y está a modo de titulares cortos.
Sí, yo también soy pesimista en este asunto. Hoy en día todo es una carrera para tener mucho de todo, y hay poco tiempo para madurar los trabajos. Como dice un compañero mío: hacemos «papers» como churros. Yo ya -como mucho- leo los resúmenes, incluso de mis trabajos. Estoy que no me aguanto.
Un gran abrazo para ti.
Otra magnífica pincelada, que te agradezco profundamente. Por sí misma, y por ayudarme a recordar que tenemos tanto y tan bueno que leer, aunque sea del siglo pasado, pero que lo desechamos al dejarnos llevar por las últimas modas y tendencias. Esto quiere decir que estoy de novela «histórica» hasta el forro del abrigo que ya no uso. Habrá que recuperar a Ferlosio (y a tantos otros) del baúl de los recuerdos.
Por otro lado, al leer tu entrada de hoy no puedo evitar una sensación de tristeza, al recordar (porque lo sufro, y mucho) lo mal que escriben las nuevas generaciones de universitarios. En general, porque alguno hay que se salva. Y los pocos conocimientos que demuestran tener fuera de su campo concreto de estudio. Y la desgana por las cosas distintas. Si los Planes de Estudio venideros no lo remedian, vamos hacia una sociedad totalmente analfabeta (aunque me gusta, el término «asnalfabeto» utilizado por el corresponsal Rafa me parece ofensivo para los asnos… como creo que también diría Juan Ramón Jiménez).
¿Habrá remedio?
Sí, tu comentario sobre la escritura de las nuevas generaciones es un eco de todos los profesores universitarios. Es verdad que alguno se escapa, el mirlo blanco. Además de formación falta algo fundamental: la lectura reposada. Me he reído mucho con lo de la novela histórica, tan de moda, se está reinventando el pasado con personajes actuales. Ahora todos son héroes/ heroínas. El artículo de Leguina sobre la «pseudociencia», magnífico. Es lo contrario: las letras sin la ciencia.
Comparto el enlace aquí: https://www.20minutos.es/opiniones/joaquin-leguina-medicina-alternativa-3342666/
Un gran abrazo y gracias siempre por tus aportaciones.
Estimada bloguera, no puedo dejar de pasar la oportunidad que tan literariamente nos brida para afearle el hecho de que sea usted misma quien se censure su propia capacidad de crear “literatura científica”. Recuerdo, hace ya unos cuantos de añitos, que tuve la fortuna de asistir, en un precioso enclave de Mallorca, al pregón de fiestas con el que tuvo a bien deleitarnos una pipiola geóloga de “Graná”, palabro con el que con tanto gracejo como naturalidad suele denominar usted su moruno lugar de procedencia, en el que nos regaló la siguiente joyita: “…diría que Banyalbufar es el deseo del hombre de facilitar el beso entre la tierra y el mar, dos amantes que se buscan en el tiempo, por eso la tierra, que es hembra, se desliza sutilmente sobre el mar y el mar, que es varón, le intenta ganar terreno mordiéndole los pies; y este baile erótico es lo que algunos tenemos la osadía de llamar geología.”
Ante semejante derroche de sensualidad científica, y sin pretender faltarle el respeto, me atrevería a decirle que ya me hubiera gustado tener el privilegio de poder cortejarla en sus años mozos.
Pero por aquello de que nunca es tarde si la dicha es buena, emulando al lánguido cantor de emociones Luis Eduardo Aute le propondría, a su abnegado marido de usted y a pesar de ello buen amigo mio, …una de dos o me llevo a esta mujer o entre los tres nos organizamos… si puede ser.
Em consta la seva habilitat i vàlua com divulgadora científica, com botó de mostra els continguts d’aquest seu meritori blog: la letra de la ciencia. Ciències amb molt bona lletra, afegiria jo. Si això els agrada, els asseguro que en viu i en directe guanya més que moltíssim.
Gracias por encender, una vez más, la chispa del asombro a todos sus lectores.
Con o sin trio, siempre atentamente suyo…
¡¡¡¡Madre mía!!!! Mi pregón en Banyalbufar. Aquéllo fue épico. Justo me sorprendieron el año pasado en mi fiesta de cumpleaños con una copia de aquel vídeo. De pregonera. Hice un derroche de mestizaje andaluz-mallorquín, como un pa amb oli con gazpacho.
A su amigo no tiene que pedirle permiso; en este asunto creo que se le ha colado una «t» en el texto. La entrada no iba de «trío» sino de «río», el Jarama. Yo soy más de Sabina: «Le tiró dos besos, uno por mejilla». Ahí van y «adeu».
Por alusiones.
Mi querido amigo Canijudiensis has podido comprobar, cosa que ya deberías saber después de tantos años, que mi querida mujercita no necesita de nadie que hable por ella. Es más, sibilinamente reconduce la situación volviendo al asunto tratado: el “río” Jarama. ¿Será por aquello de insinuarte que agua que nos has de beber debes dejarla correr?
Aviso a navegantes.
Que sepáis que no tenéis nada que hacer, pues aparte de mis evidentes encantos naturales, mi querida mujercita ya me tiene tomada la medida a la hora de decirme que me esté calladito y quietecito cuando las musas le inspiran y se dispone a ejercer su faceta de concienzuda escritora.
¡A ver si podéis superar eso!
Saludos.
Así me gusta: las cosas claras y el chocolate espeso. Cuesta mucho domesticar a uno, como para echarse otro. Mi santo está más que domado , calladito y quietecito, como tiene que ser.
Digo yo que os podíais ir los dos a hacer la Ruta de Santiago o Lluc a peu, en fín, una salidita como el dúo dinámico. Me vendría muy bien, la verdad; un descanso. Y si os lleváis a los niños, ni os cuento.
A fluir como el Jarama, que os gusta mucho meterse con una. Un abrazo al uno y al otro.