Me gustan mucho los experimentos sociales, especialmente si se realizan con niños, porque mandan a freír espárragos los dogmas establecidos y dan al traste con las estadísticas. Un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto se ha atrevido a poner a prueba a un centenar de chiquillos, de entre cuatro y seis años, para vislumbrar en ellos el efecto de los cuentos como transmisores de valores y conductas morales.
Las conclusiones no son las esperadas: los niños aprenden mucho más de los personajes reales, humanos, en los que sí se reconocen. Esto no quiere decir que no disfruten de los cuentos con elefantes que vuelan, cerditos que vencen al lobo o burros que tocan la flauta, sino que asumen con mayor facilidad comportamientos positivos si vienen transmitidos a través de historias reales y por protagonistas semejantes a ellos. ¿Un tiro a la fantasía? Pues sí, para qué nos vamos a engañar.
Si uno analiza detenidamente los cuentos clásicos que han perdurado a lo largo de la historia, todos llevan una carga importante de crueldad y violencia. Proceden en su mayoría de historias populares de la tradición oral que trataban, sin tapujos, los aspectos más duros de la vida: la soledad, la pérdida, el maltrato, la muerte…. Se te cae el alma a los pies al leer Hänsel y Gretel, especialmente cuando sus propios padres les abandonan en el bosque, y ni qué decir de la madrastra de Blancanieves, que contrata a un sicario de la corte para matarla. Y menos mal que la mayoría de estos cuentos tradicionales han llegado a nuestros días altamente edulcorados, porque las versiones originales pueden generar terrores nocturnos.
A pesar de que mis hijos son ya mayores, me gusta mucho curiosear en las librerías especializadas en literatura infantil. Vengo observando una variedad de productos en el mercado cada vez mayor, con opciones para todas las edades, y una calidad suprema en las ilustraciones. También compruebo que prolifera cada vez más una línea de textos ligeros, amables, con dosis extremas de felicidad. Son ediciones maravillosas pero…. ¿Trascenderán estos cuentos? Probablemente no. Los niños, al igual que los adultos, también se decantan por historias que les muevan de la silla.
Aunque ciertamente nos hace mucha falta asumir desde bien pequeños las claves para una vida feliz y pacífica, tampoco hay que estar ofreciendo todo el rato una enseñanza vital a los niños. Hay un exceso de pedagogía dirigida por parte de los «cuentistas». ¿Qué tal una literatura infantil para el disfrute? Sin tantos mensajes subliminares. Tampoco veo mal que aparezcan en los cuentos (con moderación) los aspectos negativos de la naturaleza humana. El exceso de algodones produce casi siempre el efecto contrario: la desprotección.
Preparen la hoguera los abanderados de El Principito porque me tiro de cabeza. Creo que es el libro más insufrible de mis lecturas infantiles. Una historia incomprensible para una criatura pequeña, con supuestos mensajes profundos repletos de adulteces que nunca entendí. Sorprendentemente, El Principito se ha convertido en un icono de la literatura infantil. A mi juicio, es una obra para mayores muy mayores. La prueba está en que sus diferentes versiones cinematográficas cosecharon monumentales fracasos de taquilla. En el instituto me obligaron a releerlo, junto a Juan Salvador Gaviota. No hay nada peor para un adolescente que un par de libros «evangelizadores» dándole la chapa.
Meterse en la mente de un niño es una de las tareas más complicadas que existen. Todos los escritores saben muy bien que la literatura infantil es una aventura de riesgo. Los ingredientes han de ser de primera categoría: un texto de alta calidad literaria, una historia repleta de imaginación pero creíble, grandes dosis de humor, y unas ilustraciones que dejen al niño paralizado en el tiempo, absorto en los detalles del dibujo. Para los chiquillos lo esencial no es invisible a los ojos.
© Fotografía: Ozan Kose
Bibliografía: Larsen E, Lee K, Ganea P (2017). Do storybooks with anthropomorphized animal characters promote prosocial behaviours in young children? Developmental Science. DOI: 10.1111/desc.12590
21 Comments
De acuerdo contigo, querida amiga, en la esencia de tu exposición. La mayoría de los cuentos tradicionales eran y son terroríficos. Curiosamente sirvieron para que muchos niños y niñas de mi generación caminasen hacia adelante y dejaran a un lado sus miedos. Y no sé por qué, pero tuvieron valor terapéutico ( aún después de haber leído con total intención el titulado PSICOANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE HADAS, de Bruno Bettlheim, sin encontrarle sentido completo a sus argumentos).
Es cierto. No había otros modelos ni otros medios que los reflejasen para que los sustituyeran. Eso sí, muchos crecimos bebiendo libros y conociendo historias. Las que había, evidentemente. No existía una literatura infantil al uso y tomamos como literatura para niños libros que en ningún modo lo eran. Recuerdo sobre todo la historia de ese pobre burrito llamado Platero, una historia que me pareció insufrible -en detrimento de la idea de mis profesores-. Con EL PRINCIPITO y con JUAN SALVADOR GAVIOTA -hay otros, claro- ocurre lo mismo. Nunca fueron los niños los destinatarios. Pero como ocurre con una buena pintura o con una música que no terminamos de entender del todo, hay pasajes, momentos que parecían escritos para nosotros en esos momentos. Aunque fuesen solo párrafos. Aunque fuesen palabras aisladas, ideas sueltas. Ya por eso, merecía la pena el acercamiento. Y es que un buen libro, una buena historia -eso lo aprendí después- no tiene edad. Y se abre a un mayor número de posibilidades y proyecciones conforme crecemos y diferentes circunstancias van conformando nuestra vida y nuestra personalidad.
Me encantó tu reflexión y te agradezco la exposición tan rica. Disculpa si me extendí. Mi mayor reconocimiento y amistad.
Querido maestro,
Pues me ha encantado tu reflexión , es más, me has hecho entender cosas que no había percibido. Platero tampoco es un libro para niños, pero ahí está en el trasfondo de nuestras neuronas gracias a que nos lo hicieron leer en su día. Quien tuvo retuvo, que dice el refrán. Y es cierto que ocurre lo mismo con la música. Hay piezas que no entiendes en su día hasta que las descubres de verdad más tarde. Está claro que tengo un asunto pendiente con El Principito y Juan Salvador Gaviota.
Mi hija Teresa tiene un libro precioso, que aún relee, titulado » El País sin nombre». Sobre la pérdida de la memoria entre los habitantes de un pequeño país. Completamente de actualidad.
Gracias siempre mestro.
De nuevo me ha encantado la entrada de hoy, y el genial poema de Gloria Fuertes. La verdad es que algunos escritores de supuesta literatura infantil tienen gran parte de la culpa de la proliferación de tiendas de videojuegos, y del cierre de librerías. También han contribuido lo suyo muchos profesores de literatura. No olvidaré la animadversión temporal a los libros que me produjo a los trece años la lectura del Cantar del Mio Cid en castellano antiguo, y los infantiles poemas a la muerte de su padre de Jorge Manrique que un profesor rancio, tieso y con bigote me obligó a leer en mi primer curso del entonces denominado BUP
Ja,ja,ja. Me parto con tu sinceridad. Lo del Cantar del Mio Cid en castellano antiguo es un castigo sin parangón, y los poemas de Jorge Manrique para un adolescente es para cortarse las venas. Menos mal que antes no habíamos oído hablar de los traumas. Tienes razón, mira como Harry Potter ha hecho que los chicos vuelvan a leer. Gracias por compartir esas experiencias literarias tan duras.
Querida amiga :
A medida que leo tu nueva entrega, se crea en mi mente una mezcolanza de ideas, pero trataré de clarificar las mismas. De entrada, quiero decirte que tienes una gran virtud, para elegir titulos sobre tus relatos, y tambien para acompañar tus fotos. Lo que comentas sobre los padres «para eso estan los padres», me parece muy acertado , pues a mis años he descubierto que mis amados progenitores se empeñaban en que estudiase, la verda sea dicha sin conseguirlo a corto plazo, pero «oh maravilla» si que hicieron de este trotamundos, un ser amoroso y trabajador y ademas amante de la fantasia y el arte, con lo que se evidencia que los niños copian mas los actos que las recomendaciones verbales o escritas.
El «principito»tendré que leerlo cuando disponga de tiempo, pero de momento solo asiento contigo (por sensaiones ) y pequeñas noticias que recibo sobre sus lectores, que efetivamente es un libro para mas mayores y nó para niños, solo me llegan elogios de personas adultas, si bien habria que matizar dichos elogios, en el sentido de si los mismos obedecen a la profundidad de sus contenidos o por el contrario son el produto de un marketing muy acertado( sobre sus letores).
Citas dos libros evangelizadores y sin entrar en sus contenidos, solo he leido Juan Salvador Gaviota , yo tambien te cito otros dos leidos en mi adolescencia (casi niño aún) y que me impactaron ; uno fué Edad Prohibida de Torcuato Luca de tena ( para mis 14 años, crucial) y recuero su magnifico poema.-«pajarico volandero que en el borde del alero donde posas, sueñas yá con el hechizo de aquel balcon fronterizo tan cargadito de rosas….» y el otro muy interesante para mis asombrosos 17, La Barraca, de Vicente Blasco Ibañez. Refiero esto para confirmar tus comentrios sobre la mente infantil , que ciertamente es una bomba de relogeria, pero es que con el tiempo se vá puliendo si bien continua siendo una bomba.
Por ultimo ( y esto me ha agrado sobremanera) tu lectura nos conduce hasta una agradable Gloria Fuertes , que bajo mi punto de vista personal, si que nos ha acercado a los adulto algo más hacia los niños, con beneficios compartidos por todos…, tras la lectura (despacito) de su poesia, te traslado lo que me sugiere la misma.-Muy zen su contenido, el orden logico de las cosas, pues un zenista diria .-«como cuando tengo hambre, duermo cuando tengo sueño» …, la vida real.
Termino, confirmando el gran placer que me ha producido tu escrito y no sé si me he pasao en mi contestación, pero entiendo que al escritor lo que mas le agrada es que lean sus pensamientos y ya para nota, si además genera en los lectores emociones y mas ideas que confirman su aplauso hacia el escritor.
Un fuerte abrazo, amiga.
El título y la foto son muy importantes, y hay que seleccionarlos bien . A veces el nexo de unión solo está en mi cabeza y no consigo transmitir bien el binomio. La poesía de Gloria Fuertes es muy zen: cada mochuelo a su olivo. Tus comentarios siempre me hacen replantear cosas y opiniones, que cada vez las tengo menos claras. Gracias amigo.
Querida Rosa. Te escribo para que veas que te leo y te sigo, porque un escritor sin lectores no tiene motivación, ya ves, te leemos así que continúa.
En cuanto a los cuentos ya sabes que mis hij@s eran ávidos lectores y les gustaban los cuentos de brujas, lobos, niños desgraciados, gigantes vencidos por un mocoso….que me escuchaban contar con el corazón en un puño. Eso si que era emoción .
Ahora se defienden divinamente en este mundo de bruj@s, lobos para el hombre, gigantes contra indefensos , niños hambrientos….
Contigo estoy en mi rechazo a la educación entre algodones y a los niños «blandiblup» como decimos en casa.
Un beso
Ahora que lo cuentas, siento una enorme morriña por esos tiempos de cuentos con los hijos, cuando aún les gustaba escucharte acurrucados, y te venían con el cuento en la mano para que les dieras espacio y tiempo. Ahora yo estoy en esa etapa de «mamá no me des la chapa», apasionante pero menos gratificante. Estoy contigo: vivan las brujas, los ogros y los malos malísimos, hay que estar preparados para todo.
Gracias por seguirme.
Hola, El Principito me lo regaló mi madrina, mi hermana mayor, siete años mayor, cuando cumplí 12 años. Libro de bolsillo, de Alianza Editorial, con ilustraciones en blanco y negro. Fue el primer libro de mi biblioteca, era mío, sólo mío. Por entonces en casa eramos 10, mis padres y 8 hermanos. Me encantó. Me lo aprendí de memoria. Todo subrayado. Luego lo he leído en francés y en catalán y continúa vivo. Un fuerte abrazo
tó. Tan romántico, tan pausado, Continua en la biblioteca, amatill
Es una satisfacción leer tu experiencia. Como dice el maestro José Cañas en el primer comentario a esta entrada, los momentos nos llegan a cada uno en tiempos diferentes. Está claro que El principito era el libro que necesitabas, y te llegó. Yo tenía una versión en cómic de Mujercitas que leí y releí hasta la saciedad, con esas cuatro mujeres ñoñas, pero pioneras. Un fuerte abrazo y abraçada.
Una forta abraçada ???
Hola querida Rosa, disfruto mucho con tus escritos, mi niña tiene 5 años este año empezará a leer y escribir, intento transmitirle mi amor por los libros, para mi siempre fueron tesoros, a mi hija le fascina el ordenador y la tablet, inundados de valores sobre el consumismo, con vídeos del último juguete de moda y demás…
Querida Esther,
Tu hija está en el mundo actual, pero tampoco te preocupes demasiado. Dedícale cada día un rato a leer con ella un cuento. Con pausa y dedicación, para que tenga tiempo a absorberlo todo. Se enganchará, seguro; aunque solo sea por ese rato en exclusiva que le dedica su mamá. Un fuerte abrazo a mi serrana favorita.
Estimada bloguera, me encantan sus saltos de cabeza a la piscina. Pero como muy sabiamente le han señalado algunos de sus “replicantes” al zambullirnos en ella podemos encontrarnos con matices que pueden hacernos cambiar nuestros, a priori, categóricos puntos de vista. Por otra parte, he aquí siempre el mérito de sus disquisiciones, abrir puertas al debate.
Ahora que de tan triste actualidad está el tener que seguir a una bandera so pena de que te cataloguen de traidor o antipatriota; no puedo por menos de salir en defensa, sin hogueras de por medio, de “El Principito”. Coincido con usted, considero que es un cuento para adultos que nos empeñamos en leer a los niños pero que ni nosotros mismos, los adultos, nos paramos luego a releer con detenimiento. Yo tuve la suerte de disfrutarlo por primera vez siendo ya jovencito, de ahí quizás mi valoración un poco más positiva de sus indudables encantos. Como con tanto salero dirían en su tierra, no sea siesa y dele otra oportunidad.
Nos trae usted también a colación a la inefable y admirada Gloria Fuertes, poetisa que sí gozaba escribiendo literatura infantil, lo cual indudablemente se deduce de la alegre aceptación que siempre ha gozado entre sus más cándidos lectores, ya sean niños o adultos. Esta poetisa que se comía la vida a borbotones, se reservaba su faceta más resbaladiza y transgresora para sus poemas adultos. Ella misma afirmaba que, «para conseguir conmover y sorprender al lector hace falta pillarle por sorpresa, desarmarle”. Basta un paseo por sus poemarios para descubrir que el pacifismo, el ecologismo o la demanda de justicia social se entremezclan con versos en torno a la soledad o el desamor.
En mi modesta opinión creo que usted, seguramente sin saberlo ni proponérselo y dentro de otro ámbito literario, es heredera de su estilo; pues sabe abordar sabiamente variopintas propuestas temáticas con el jugoso añadido de sus para mi famosos, aunque ya no inesperados, zarandeos o giros copernicanos. Siempre otras historias y pareceres dentro de la misma historia.
Recordando los buenos momentos que gracias a sus adivinanzas compartí con mis, no hace tanto tiempo, tiernos y amorosos infantes me permito acabar planteando una de ellas:
Unas son redondas,
otras ovaladas,
unas piensan mucho
otras casi nada. (*)
Les confieso que mis hijos las pillaban al vuelo y sin embargo yo, en más de una ocasión, tenía que acudir al chuletario para adivinarlas.
Sempre un plaer aprofitar aquestes oportunitats que ens brinda de compartir opinions.
P.D. Se me olvidaba la solución: La cabeza
(*) Perdón, no era mi intención meterme en política.
Reconozco que hoy está Usted sembrado. Ya quisiera yo parecerme a Gloria Fuentes. Era una «tomadora de pelo» fenomenal. ¡Qué buena la poesía que nos comparte! Muy de actualidad. Bien cierto, parece que se ha hecho una criba y quedan solo los «mendrugos» en el cedazo. Esas cabezas que piensan poco han tomado el poder; tampoco debemos andar muy bien los demás cuando les hemos dejado.
Me gusta la percepción de la historia dentro de la historia y los giros copernicanos . Invita a la discusión. Siempre espero con interés su opinión a la entrada y el arte que tiene para darme pequeños hachazos que recibo con alegría.
Grácies.
Querida Rosa, no sabría decirte; en esto de la literatura, de los libros, me da igual de peques que de mayores, siempre me importó más el recuerdo de las emociones, de las reflexiones, que el título o el autor
El Principito que leí de pequeño y releí de mayor, siempre me hablará y me recordará a mi mejor amigo, que nunca intentó domesticarme ……conservo el libro y el amigo
Y Gloria Fuertes que leí de pequeño, me prestó sus palabras para hablarle a Mo de mi amor:
Tus manos son dos alas
A lo mejor palomas
Que buscan por el aire
Una luz en las sombras
Mis manos al mirarte
Quedaron pensativas
Yo temo que enloquezcan
Si es que en ti no se posan
Para mayores, para peques, para todos ……. Somos tantos y tan distintos
Gracias como siempre, por provocarme vivir o recordar lo vivido
Recuerdo un cabrero que conocí hace muchos años en la Laguna del Caballo en Sierra Nevada que me dijo: Llegó un barco cargado de gustos y no había gustos para todos. Así es.
¡¡¡¡Que suertuda la Mo!!!!
Todo vale si cada uno lo espera. Ahí te dejo otro poema de Gloria Fuertes que lo concreta.
Un gran beso para ti.
Con todo se puede hacer algo
hasta con un cero
-que puede parecer que no vale nada-:
se puede hacer la Tierra
Grqcias, por hablar, una vez más, con tanta claridad en tiempos tan melifluos. La infancia no es lo que era, ni la edad adulta tampoco. Los cuentos infantiles no podían quedar indemnes . A ver qué queda de esta etapa ¿civilizatoria? tan anestesiada.
He buscado el significado de la palabra «melifluo»: que contiene miel. Justo es la palabra necesaria para definir la literatura infantil actual y lo que rodea a la sobreprotección melindrosa y blandengue de los niños. Lo de la etapa «civilizatoria» da par una entrada aparte., porque es un término complejo.
Un abrazo dulzón para ti.
El Principito es una historia de duelo amoroso, en el que las mujeres están simbolizadas por la rosas; un libro bien adulto, camuflado de libro infantil. Lo mismo que el mejor libro de prosa poética que jamás se haya escrito: Platero y yo. Soy un gran fan adulto de ambos libros. De niño nunca les pillé el punto. Me gustaban libros como «Óscar y los ovni» o «Entre julio y septiembre». Eso sí.
Platero y yo es otro tostón infantil. El grandísimo poeta no sabía lo que era un niño ni en pintura. Yo era más de tebeo, de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón y el Botones Sacarino. Debo confesar que no puedo ver al Principito. Lo mismo he de darle otra oportunidad. Gracias, amigo.