No conozco a nadie que presuma de tener tiempo libre y disfrute del placer de perderlo. Nos saturamos de ocupaciones varias que nos llenan de orgullo, haciendo alarde de laboriosidad, actividad y frenesí. Los niños ya no saben aburrirse y los adultos les llenamos la agenda con actividades formativas que les deforman la infancia. Las consultas están llenas de estresados con problemas cardio-respiratorios, divanes con insatisfechos y niños con ansiedad.