Mari Pili Mepiro entró en su casa con las llaves en la boca y empujando la puerta con el trasero. Además de arrastrar la caja de leche con el pie derecho, llevaba las dos manos ocupadas con las bolsas de la compra y los encargos varios de la tintorería.
Llegaba muy tarde a comer, tras una dura jornada bregando con los documentos de su jefe. El trabajo de Mari Pili consistía en redactar y archivar la peculiar y abundante relación epistolar de don Lisardo, que tenía la manía de autoescribirse informes para sentirse importante. Lo peor de todo es que después se contestaba. La pobre mujer sentía desvanecer sus brillantes aptitudes en esta absurda correspondencia circular.
Su marido leía tranquilamente el Marca en el sillón y la saludó con uno de sus tradicionales levantamientos de cabeza. ¿En qué momento a este buen hombre no le diagnosticaron un trastorno del espectro autista? Se preguntó Mari Pili. Los hijos, que entre los tres sumaban ya medio siglo, esperaban a su madre muertos de hambre sentados a la mesa, quemando los móviles con los pulgares.
Ninguno la miró a los ojos.
Nadie había puesto la mesa ni el puchero a calentar.
Ella se cambió de ropa, agarró los ahorros escondidos bajo la baldosa y se piró por la ventana del cuarto de baño sin hacer un solo ruido. Tuvo tiempo de dejar una breve nota manuscrita sobre la olla de albóndigas:
No me busquéis
Fotografía: ©Brooke Didonato
21 Comments
FELICIDADES, Rosa: Por decir tanto en tan pocas líneas. Tu escrito es tan bueno que, ha roto el dicho .- «una foto mejor que mil palabras» , es que eres un fenómeno con la pluma ¡; yo creo horadamente que, los maromos nos estamos ya adaptando y los jóvenes y jovenas (decía Cantinflas) lo tienen muy clarito, doblar la raspa y dar el callo, toicos por igual. Gracias por este toque de campana en tono de humor, pero que es la nueva biblia a seguir. Un abrzo, maestra.
Me encanta que hombres de tu generación tengan claro el asunto. Ya sabes la ley de Darwin: sobrevive el que se adapta, no el más fuerte. Un abrazo, amigo.
Me recuerda a la canción del genial Javier Krahe «¿Dónde se habrá metido esta mujer?».
Punto de inflexión: váyanse todos ustedes a esparragar, que hasta aquí hemos llegado. Como no jugamos todos (léase ustedes juegan y yo curro), rompo la baraja y a otra cosa. La lástima es que la cabra siempre tira al monte y a pesar de todo Mari Pili les dejó preparadas las albóndigas. Yo me las habría llevado…
Esto es comenzar bien el fin de semana. Muchas gracias, Rosa.
Ji, ji, ji. Rosa Mateos también se hubiera llevado las albóndigas……..
Que bueno Rosa. Que descriptivo y real. No conozco a ninguna mujer que en algún momento no haya sentido eso….sea por la ventana del baño o por el balcón principal.
Ya te digo, Juanota; aunque sea desde una ventana en un cuarto piso. Tan real como la vida misma. Un beso para ti.
Genial Rosa ! todo un golpe de impacto certero en la cabeza.
Genial Rosa! Hace tiempo que no hemos leído nada tan certero.
Besos de Mercedes y Luis
Gracias Luis, Mercedes. Es todo tan sutil y tan difícil de percibir. Un abrazo grande.
Hola Rosa:
Suscribo totalmente las palabras de mi buen amigo y paisano Antonio Parrilla.
El poder de síntesis sin dejar de decir la más mínima palabra, tiene la excepcional compañía de esa foto tan elocuente.
No creo que haya quien dé más.
Mi más sincera y cordial enhorabuena por esta lección magistral con tan poquitas palabras adornadas con una sencilla foto.
Un abrazo.
Bienvenido Roberto a este mundo literario donde nos lo tomamos todo con humor. A cualquier amigo de Antonio Parrilla, le extiendo la alfombra roja. Gracias por tus amables y potentes palabras.
Le felicito doña Rosa. Tan concreto y resumido, que cualquiera puede y debería entender en estos tiempos.
Lo del autismo fue genial. Saludos.
Gracias Edwin. Un placer saber que @laletradelaciencia cruza el Atlántico y llega a buenas manos. Gracias siempre.
Estimada bloguera, tan realista como oportuno su relato, pero…
Ante la evidencia de que ninguno de sus hijos se dignaría a contestar al teléfono, tuvo que dejar de hojear el sesudo artículo de su revista deportiva de cabecera para atender la inoportuna llamada.
Era don Lisardo que, un tanto alterado y compungido, se quejaba amargamente por la ausencia, injustificada y sin previo aviso, de Mari Pili aquella tarde en la oficina. ¿Qué sería de sus informes?
Sorprendido por tan singular noticia, el buen hombre con posible diagnóstico del espectro autista, no tuvo más remedio que tomar cartas en el asunto e hizo lo que su instinto alfa le dictaba: dirigirse decididamente a la cocina a buscar a Mari Pili.
Allí encontró los restos de la olla de albóndigas y un montón de platos sucios en el fregadero, pero ni rastro de la señora de la casa. Fue entonces cuando se percató de la nota manuscrita: “No me busquéis”.
Él que se consideraba un marido ejemplar en el cumplimiento de todos los “mandaos” de su señora, siguió al pie de la letra los dictados de la nota y, satisfecho de su resolutiva decisión, puesto que se aproximaba la hora del partido de su equipo favorito se dirigió al salón dispuesto a evadirse de los sinsabores cotidianos de la vida.
Ya, si eso, a la hora de la cena hablaría seriamente con su señora…
Qualsevol semblança amb la realitat és res més que pura coincidència.
Siempre un placer disfrutar de sus relatos…
Querido Canujidiensis:
Ya sabe usted que los científicos afirman que el perfil cognitivo de las personas con autismo es característicamente «masculino» ; el cromosoma Y lleva ligados trastornos del espectro autista en mucho mayor grado que el X. Es más, los hombres tienen tres veces más de posibilidades de sufrir autismo que las mujeres. Ahí lo dejo…..
Gracias por sus réplicas tan trabajadas.
No des ideas, no des ideas…..
Sí, no demos pistas que lo mismo hasta nos buscan……
Que manera de reflejar la realidad de muchas mujeres de este país en un relato tan corto. Y ser capaz de dar un toque de humor a este tema.
Qué se espabilen!
El tema es difícil, es cierto. Mantener un equilibrio entre el humor y la realidad no es tarea sencilla, y más en estos tiempos que todos el mundo se siente ofendido por algo.
Gracias Isa por tu apoyo, y bien resumido: ¡¡¡¡que espabilen!!!
Gracias Rosa por hacernos sonreir
En estos tiempos es casi una obligación el sentido del humor.
Gracias Josefina.