Los hermanos Carolina y Louis Bamberger eran dos filántropos americanos de origen bávaro que decidieron dedicar gran parte de su enorme fortuna a la fundación de una institución muy singular. El Instituto de Estudios Avanzados (IEA) de Princeton (Nueva Jersey) nació en el año 1930 con la finalidad de liderar los grandes avances en Ciencias y Humanidades a base de potenciar el pensamiento crítico. El objetivo era reclutar mentes libres, curiosas e ingeniosas, no para dar lustre a la institución con brillantes currículums y publicaciones internacionales, sino simplemente para que pensaran sobre nuevas formas de concebir y explorar el mundo. Caroline y Louis dieron un cheque en blanco al entusiasta Dr. Abraham Flexner, primer director del IEA, para crear una pequeña y luminosa pecera de genios, donde éstos tuvieran la paz suficiente para reflexionar y discutir, y pudieran disfrutar del ambiente ideal para desarrollar sus inquietudes intelectuales.
Allí recabaron Albert Einstein y Kurt Gödel en el año 1940 huyendo del nazismo, y allí surgió una de las amistades más fructíferas y verdaderas de la historia de la ciencia. Para que los lectores se hagan una idea, fue como volver juntar a Miguel Ángel y Leonardo da Vinci en el mismo espacio y tiempo. Los dos amigos daban largos paseos por los jardines del Instituto cogidos del brazo y hablaban en alemán sobre la naturaleza de la verdad, el valor de la intuición, la incertidumbre de la realidad y la inexistencia del tiempo. Así, sin despeinarse. Albert Einstein había dado ya un giro monumental a la física newtoniana con la publicación de su Teoría de la Relatividad (que aún estamos asimilando) y Gödel refutó los métodos matemáticos aceptados desde los tiempos de Euclides y dejó una estela tan grande en el pensamiento lógico como no se había visto desde Aristóteles. Estos dos señores, que no creían en el tiempo, representaron un salto en el conocimiento de 250 años y 23 siglos respectivamente.
Kurt Gödel ha sido un personaje injustamente obnubilado por la figura de Einstein, aunque ambos están situados a la misma altura de la estratosfera científica. De origen austriaco, Gödel era enclenque, hipocondríaco, obsesivo y maniático; hoy en día sería catalogado como un verdadero friki. En Gödel se funden las matemáticas y la filosofía de una manera indivisible. Su Teorema de la Incompletitud no sólo revoluciona la aritmética, sino que pone en duda nuestra capacidad de comprender la Naturaleza. Este buen hombre viene a decir que existen verdades que no pueden demostrarse; nuestra manera de pensar, adquirida durante siglos, limita y condiciona el entendimiento. Aunque cueste creer, el Teorema de la Incompletitud construye los cimientos de las ciencias de computación modernas. Sí, nuestro ordenador alberga un pedacito de Gödel en su interior.
Cuentan las crónicas que Einstein acompañó a Gödel a un examen judicial para obtener la ciudadanía estadounidense. Gödel le comentó al juez que provenía de un país de tradición democrática donde se había instaurado un régimen totalitario. El juez le indicó que eso jamás podría ocurrir en los Estados Unidos. Los ojos miopes de Gödel se iluminaron y, como un reto filosófico, le demostró al juez que sí, que había descubierto una contradicción lógica en la Constitución que permitía la instauración legal de una dictadura en los EE.UU. Einstein tuvo que intervenir ante el riesgo de una deportación inmediata de su amigo.
Hemos visto con rabia e indignación a los salvajes del llamado Estado Islámico destrozar con saña las ruinas de Palmira, saquear sus museos sin piedad, y proceder a la demente voladura de los templos grecorromanos. Ese enclave de la Ruta de la Seda, que hace milenios fue el nexo de unión entre oriente y occidente, ha sido objeto de la mayor masacre contra el patrimonio cultural de los últimos tiempos. Allí aprendió el ser humano a ser y estar, a convivir en el duro paisaje del desierto sirio.
Pienso en voz alta si no estamos cometiendo, en este occidente «tan civilizado», las mismas barbaries que los yihadistas; si no le estamos dando también patadas a la cultura que nos legaron en su día los griegos. Se habla en nuestro país de eliminar la filosofía como asignatura obligatoria en la secundaria y el bachillerato. Se quiere aniquilar la enseñanza de la libertad, de la autonomía mental y de la capacidad crítica. El plan es suprimir la filosofía en los planes de ciencias para crear manadas de tecnócratas y mercadear con el conocimiento. La filosofía no está ni se la espera en las carreras científicas. A cambio nos han vendido un sistema de alta productividad que consiste en invadir las revistas científicas con artículos que, en numerosas ocasiones, carecen de valor, interés y utilidad (entiéndase como una autocrítica). Como en la mayoría de los procesos selectivos se valora al científico por lo que tiene, no por lo que es. Aquél que dedique tiempo a la reflexión, al razonamiento, y a madurar los resultados de la investigación, está fuera del mercado. A este sistema de I+D+i (un colega dice que las siglas significan «Idiotizar Desde el interior») nos hemos apuntado todos, incluso los chefs de la alta cocina.
¿Vamos hacia una ciencia sin alma?
Hasta muy cerca de su muerte, Einstein acudía cada mañana al IEA para encontrarse con su amigo Gödel, y volver juntos caminando a casa. Entre los dos no suman más de unas pocas decenas de publicaciones científicas. Eran una pareja de locos que se movían en su propio mundo como peces en el agua; un universo que propiciaba el conocimiento maduro, el espíritu crítico, y la cultura humanista dentro de la Ciencia.
……Casi nada, y casi todo.
© Fotografía: Dewan Irawan. Cortesía de Dolores Sampol
* Nota de la autora: Esta entrada está dedicada a Oriol Montserrat, matemático y gran filósofo de la vida. Gracias a Uri, Gerardo y yo conocimos a Gödel en un relajante paseo por la Playa de las Canteras.
8 Comments
Estimada bloguera, no sé si es trabajado, elaborado con minuciosidad y gran cuidado, como búsqueda o afianzamiento de estilo literario; o temperamental, que cambia con mucha frecuencia de humor o de estado de ánimo; pero vengo observando en sus entradas cómo al principio nos embauca hábilmente con su fluida y cada vez más enriquecida prosa, presentando personajes y situaciones reales o imaginarias, siempre atractivas e interesantes, para inopinadamente, cual giro copernicano, redirigir sus comentarios y reflexiones a temas de candente e “incómoda” actualidad social. Supongo que no pocos de sus lectores se sentirán entonces obnuvilados, más embelesados (arrebatados o cautivados de los sentidos) que nublados u oscurecidos (disminuidas la estimación y esplendor de algo); que por cierto, es lo que la historia ha consumado con el pobre Kurt Gödel respecto al más conocido Albert Einstein.
Al igual que usted me voy a permitir pensar en voz alta y, desde mi sincero apoyo a la ocurrente sentencia de su colega: I+D+i = Idiotizar Desde el interior; transcendiendo más allá del contexto meramente científico y como modesto instrumento de reflexión y reacción frente a este sistema consumista, tecnócrata y mediático que nos están imponiendo, sí o sí, recomendar la lectura de un libro de juventud: “Tener o ser” de Erich Fromm, destacado psicólogo social, psicoanalista y humanista alemán y uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX.
“Para Erick Fromm nuestra presencia en el mundo se rige por dos formas de ser y estar en la vida, dos modos de encarar la trascendencia y nos hace una sencilla pregunta acerca de cuál es el verbo que mayoritariamente conjugamos, tener o ser y las grandes diferencias que hay entre ellos”.
Definió, lo que denominó la orientación de ser como: “El modo de ser tiene como requisitos previos la independencia, la libertad y la presencia de la razón crítica. Su característica fundamental es estar activo, y no en el sentido de una actividad exterior, de estar ocupado, sino de una actividad interior, el uso productivo de nuestras facultades, el talento, y la riqueza de los dones que tienen (aunque en varios grados) todos los seres humanos. Esto significa renovarse, crecer, fluir, amar, trascender la prisión del ego aislado, estar activamente interesado, dar”.
He comentado antes lectura de juventud, porque aquél “envenenado” regalo de un gran amigo y muchísimo mejor persona, me iluminó y ayudó a fraguar, con mayor o menor fortuna, mi carácter y posterior devenir por los senderos de esta vida… por consumir. (¿?)
Sin pretender eludir mis propias responsabilidades frente al mayor o menor acierto de mis actitudes vitales (ser o estar), desde entonces se me ha juzgado y criticado muy a menudo por mi escaso consumismo y valorado (¿?) por mis logros (¿?) materiales. Qué paradoja! A esta, que pretende serlo, fina ironía muchos hoy en día le dirían…un zasca en toda la boca!
Me remito al Teorema de la Incompletitud de Kurt Gödel, que dudaba de nuestra capacidad de comprender la Naturaleza (incluida la Humana, por qué no?) y que existen verdades que no pueden demostrarse. Pero, a que algo huele a chamusquina en esas pretensiones de erradicar de los planes de estudios todas las materias “poco prácticas”, que no sirven para nada más que crear conciencias libres, autónomas y críticas?
Lean a Erich Frommm e intenten asimilar y llevar a la práctica los sabios consejos de este humanista con mayor fortuna que la demostrada por este hermético, inseguro y humilde servidor que encima se atreve a escribirles… osando dar consejos! Qué desatino! Esto merecería otro zasca en toda la boca?… No se molesten, ya me sé la repuesta.
Agraint aquesta possibilitat que ens brinda amb el seu blog de formar-nos i poder ser crítics fins de les nostres pròpies incongruències, quedo atentament als seus peus.
Nota: Los párrafos entrecomillados están extraídos de comentarios publicados del libro mencionado.
Buenos días amigo,
Dada su riqueza de léxico, en una lengua que sé no es la suya materna, debería usted considerar la posibilidad de abrirse un blog. Todas sus reflexiones están cargadas de sabiduría, y sería un placer que las compartiera.
«Tener o ser» . Si hiciéramos una encuesta ganaría lo primero sin lugar a dudas.
Bon diumenge,
Rosa
Nada más lejos de mis intenciones el pretender ocupar un lugar en la nube como el que usted tan sabia, poética y dignamente ha tenido a bien compartir con todos nosotros.
Por seguir con las enseñanzas del maestro Fromm le diría que, puestos a sopesar posibilidades, me resulta más grato poder SER su contrapunto o “contra blog” que TENER el mío propio; pues en este caso, solo abandonando el modo de tener, donde podría aferrarme a pertenencias y egos, puedo desarrollar con respecto a usted el modo de ser, que hoy por hoy es lo que más me place.
Molt agraït per la seva amable recomanació
Me decían unos amigos que hay tres cosas importantes que articulan la vida de los humanos en general: el poder y el dinero. ¿Acaso estos dos sabios se preocuparon de eso? Esas siglas que señalas, Rosa, Einstein y Godel podrían haberlas referido a: Independientes Desde su interior (I+D+i). ¡Qué grande es la filosofía cuando la lees fuera de las ciudades, recalando en los pueblos! Nuestra pecera es la ciudad y la política en su amplio sentido. Estamos enroscados a un tronco de árbol sin raíces. ¡No, no me he olvidado de la otra cosa: el sexo! Que cada uno se mueva como pez en el agua en esa pecera de los genios.
Deja volar tu mente,
Todo tendrá sentido,
Al político demente,
Lo habrás consentido,
Si no utilizas la frente
Mi querida Rosa.
Esta entrada tuya me recuerda aquella poesia…..
«El dia que tu naciste
Nacieron todas las flores
Por eso los albañiles
Llevan alpargatas blancas»
Un beso
Algún día me explicarás eso de las alpargatas blancas de los albañiles. ……Lo entenderé como un piropo.
Querida Rosa,
Sigo tus nutricias entradas y los comentarios que ocasionan, que, efectivamente, son parte del artículo al que siempre enriquecen, a veces con réplicas contra réplicas. Y estoy de acuerdo, estamos en una época de fachadas y postureos, del tener y no del ser. Y eso se ve espléndidamente en el campo científico e investigador . Ahora que se habla tanto de excelencia, esa palabra-concepto al parecer incuestionable para decidir quién es bueno, regular o malo, yo propongo sustituirla por trascendencia. A mi modo de ver va mucho más allá de la supuesta y discutible excelencia. A fin de cuentas, la pregunta que todos deberíamos hacermos en nuestros respectivos trabajos es: ¿realmente esto tiene alguna trascendencia? Sería una buena cura de humildad para muchas excelencias y excelentes
Hay una norma que nunca falla. El sabio de verdad jamás alardea de su conocimiento; más bien toma siempre una postura humilde. Asistimos en estos tiempos a una lucha de egos como nunca vista, sin duda reflejo de mucha ignorancia y pérdida de sentimiento crítico (con uno mismo también). En el ámbito científico es el pan de cada día..
Gracias amigo,
Rosa