Curiosidades de ciencia

Epistolario

13 septiembre, 2015

En Oslo, a 29 de noviembre de 1893

Mi querido Erik,

Nuestro amigo está bien, un poco asustado por el revuelo que ha causado su cuadro, pero con la misma pasión de siempre. Eso sí, continúa envuelto en su manto de melancolía y perseguido por sus angustias y tormentos. Ayer leímos la prensa de la ciudad. Venía un artículo de opinión muy duro sobre la exposición. Su arte era calificado de perturbador, demente y degenerado, y el crítico, en un alarde de paternalismo, aconsejaba que no fueran las mujeres embarazadas. Aunque él no lo confiese, tengo la seguridad que sufre con las críticas, de igual forma que con los falsos halagos. Su venganza interna es sutil, las líneas se van acentuando cada día más en el lienzo y las formas van paulatinamente quedando reducidas a símbolos. Es su afán de quedarse con la esencia y aislarse de este mundo de detalles que tanto daño le causan.

Convivimos con Edvard cuando se gestó la pintura. Fue un verano inusual. Tuvimos que encender la chimenea muchas tardes y el aire parecía enrarecido. Al anochecer disfrutábamos de largos paseos por el fiordo y el ocaso se teñía de rojos intensos, magentas y violetas. Aquella tarde fue diferente, parecía que alguien hubiera encendido el cielo. Una antorcha de luz con un remolino de colores. Jamás he visto nada igual. El sol era una paleta cromática, un drama de luces y destellos que moría lentamente en el azul cobalto del agua. Bajamos corriendo de la colina; Edvard quería encerrarse cuanto antes en el estudio antes que el recuerdo de la imagen se borrara de su memoria. Tiraba feliz de mi mano apurando el tiempo; se moría por pintar. Durante la cena bebió unas copas de más y, entre lágrimas, nos confesó tener la certeza de haber escuchado el grito estremecedor de la Naturaleza.

Mi dulce Erik, contamos los días para tu llegada. Ya tengo preparadas las velas en el jardín y las almendras españolas para el krasenkake de Santa Lucía. Tu sonrisa le vendrá bien para ahuyentar los fantasmas de su cabeza.

Con todo mi cariño,

Milly

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En Heidelberg, a 29 de noviembre de 1893

Ilustre Profesor Eichmann,

Tengo por fin el gusto de remitirle el informe relativo a los efectos causados por la erupción volcánica del Krakatoa. Tras varios años de investigaciones, mi equipo puede confirmar el alcance global de la erupción, detectando indicios en todos los rincones del planeta. Sin duda alguna, la gigantesca columna de cenizas y gases de azufre generada tras la brutal detonación alcanzó la estratosfera, cubriendo la Tierra como un velo negro; una barrera de micropartículas que limita la entrada de los rayos del sol. Hemos podido constatar una bajada global de las temperaturas de 1.5ºC, incluso durante varios años posteriores a la erupción. Con el tiempo, las cenizas se han ido concentrando en los polos, en mayor medida en el hemisferio norte. Allí los veranos han sido más fríos de lo habitual y se han recogido numerosos testimonios de bellísimos crepúsculos, halos solares y lunas azules.

Encontrará Usted una meticulosa recopilación de los datos en el documento adjunto. Deseo humildemente que sean de gran utilidad para su investigación.

Reciba un cordial y afectuoso saludo,

Dr. Bernhard Kruger

Departamento de Física de la Tierra

Universidad de Heildelberg

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13 Comments

  • Reply qrbrother 13 septiembre, 2015 at 4:42 pm

    El GRITO es el de miles de personas que huyen del ISIS sirio. Los medio lo dicen pero ha sido una guerra propiciada por los EE.UU. y sus socios europeos. (Como siempre el petroleo está detrás).

    MUNCH fue tachado de loco y degenerado por el régimen nazi.

    Hoy todos volvemos a gritar.

    Gracias Rosa

    • Reply Rosa Mateos 14 septiembre, 2015 at 7:08 am

      Querido amigo. No hay mayor peligro natural para el hombre que el propio hombre.
      El Grito sigue estando de tremenda actualidad. Muchos oyen pero no escuchan.
      Gracias por estar ahí,
      Rosa

  • Reply qr 13 septiembre, 2015 at 6:32 pm

    Gritos en el mediterráneo,
    Van llegando a Europa,
    No es nada sucedáneo,
    Les va faltando ropa,
    Y no utilizamos el cráneo
    qr

  • Reply qr 13 septiembre, 2015 at 6:47 pm

    El grito las nubes mueve,
    Y las aguas zigzaguean,
    No te asustes si llueve,
    Aunque tu texto no lean,
    almenos tendrás un nueve
    qr

  • Reply Paco 14 septiembre, 2015 at 9:11 am

    Fantastico como siempre! Nos estas acostumbrando mal.
    Un beso desde Bruselas.

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 14 septiembre, 2015 at 9:14 am

      Querido Paco,
      A ver si me traes nuevos temas desde esas tierras bajas y algo de inspiración.
      Gracias por seguirme,
      Rosa

  • Reply David 14 septiembre, 2015 at 12:14 pm

    Lo comparto en mi Facebook… ¡Felicidades Rosa !
    David

    • Reply Rosa María Mateos Ruiz 14 septiembre, 2015 at 12:35 pm

      Gracias David por tu generosidad.
      Tu arte y mi ciencia van en esta entrada de la mano.
      Rosa

  • Reply julia 16 septiembre, 2015 at 4:39 pm

    Hola mamá, me encanta que escribas en tu blog. e leido las historias, mi forita es epistolario. Espero que sigas escribiendo en este blog tan maravilloso. TQM<3

  • Reply Yiyo 17 septiembre, 2015 at 4:14 pm

    Puedo asegurar que puedes alcanzar un rostro parecido al intentar ir al servicio tras una biopsia de próstata, no da este tema para literatura, pero al fin y al cabo es un dolor efímero que pasa y hace bien su olvido. Otra cosa es el dolor del vacío, del olvido, de la humillación, del desprecio de cualquier ser humano, ahí si que necesitamos que perduren los gritos de horror. Me pregunto que pintaría Munch si viese el telediario.

  • Reply Rosa María Mateos Ruiz 17 septiembre, 2015 at 7:09 pm

    Ja, ja, ja,. Afortunadamente no conozco el primer dolor efímero que apuntas. El segundo si, ¿quién no?
    Si Munch viera el telediario, se tiraba de cabeza al fiordo; aunque también le tocó vivir ya de mayor una época durísima y conoció muy bien el segundo dolor, el del desprecio y la humillación.
    .

  • Reply HOMO SAPIENS "CANIJUDIENSIS" 23 octubre, 2015 at 10:53 am

    Me permito aportar una versión libre, quizás más poética, sobre la posible inspiración de Edvard Munch para su famoso “grito”. Pudo ocurrir así…

    Diego no conocía la mar. El padre, santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
    Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas dunas de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: ¡Ayúdame a mirar!

    La función del arte/1. El libro de los abrazos. Eduardo Galeano

    Moltes gràcies pel seu atractiu… blog.

    • Reply Rosa Mateos 23 octubre, 2015 at 12:02 pm

      Gran Galeano. Los escritores al otro lado del Atlántico dominan la lengua mucho mejor que una servidora. No puedo competir ni lo pretendo. Una maravillosa versión. Gracias mil

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